La última vez que he quedado con mis amigas en España, ha habido una afirmación que aún hoy me pasa por la cabeza a diario: "Pues a lo mejor no te conocemos tanto como pensábamos". Y eso duele.
Hace ya 7 años que salí de España y decidi convertir la India en mi casa. La lucha por adaptarme al principio fue brutal, tanto que en el camino me perdí a mí misma, ya que había dejado radicalmente todo lo que yo era en España para intentar convertirme en una ciudadana india.
Cuando has admirado y amado desde la distancia otro país, una vez llegas y logras asentarte aunque sea para poco tiempo, quieres probarlo todo: hablar como ellos, comer lo que ellos, vestirte como ellos...pero un día te despiertas y te das cuenta que esa no eres tú. Aunque vivas en otro sitio, aunque intentes adaptarte, nunca vas a poder ser una persona nativa, ni tampoco lo vas a parecer. Lo más importante es decidir quién quieres ser, entre lo que te aporta la Sara-india y la Sara-española.
Y me ha costado años llegar a una especie de equilibrio entre ambas: llevar vaqueros pero morirme por comer parathas, hablar en español con la musicalidad y los gestos típicos indios, acompañar una tortilla española con dal y arroz. Ha sido un proceso interno enorme, y estoy tan orgullosa de todo lo que ha aportado esta experiencia a mi vida, todo lo que he aprendido y todo lo que he mantenido o decidido cambiar. Una batalla interna de esas de las que sales igual no victoriosa, pero mucho más fuerte y sintiendo que si bien no lo sabes todo, has aprendido un montón.
Me resulta casi imposible explicar a alguien que no conoce a mis "dos yos", las razones detrás de las decisiones que estoy tomando en mi vida, porque me falta un contexto cultural que pueda ayudar a entender los pasos que he tomado. Y cuanto más me esfuerzo por defender lo que tengo dentro, más estúpida sueno.
Pero ese es mi sino, siempre he querido hacerme querer por quien menos me quiere, caer mejor a quien peor le caigo, intentar sacar de dudas a los que dudan de mí, probar a los que menos me valoran, y siempre he querido explicar todo al milímetro, perdiéndome en detalles para ayudar a los demás a entenderme, cuando lo que hacía falta es que a veces aprendiese a decir a los demás que es mi decisión, y que yo sé las razones o los motivos que me llevan a la misma.
Seguramente no sea la misma persona de hace 7 años, y seguramente la distancia afecta a las relaciones aunque creamos que no, que el amor se mantiene y se mantiene aunque no sepas nada de una persona durante meses. Probablemente yo tenía un concepto idealizado sobre lo que eran las relaciones familiares, de amistad, y me he llevado muchas lecciones grabadas a fuego todos estos años.
Creo en entender que las personas cambiamos, que no es posible que no apliquemos a nuestra vida las enseñanzas o las malas experiencias que recibimos en esta vida, y que, aunque duela, habrá personas que sigan este camino con nosotros, personas que se adapten, y personas que algún día dejen nuestro camino para seguir el suyo propio, ya que no siempre los caminos que recorremos son paralelos.
Creo en poner los papeles sobre la mesa, y sobre la amistad que une a dos o más personas, conversar sobre los cambios en la vida de cada uno, pero desde la comprensión. Intentar entender por lo que una persona pasa, en vez de increpar lo que nos duele de ellos, al menos no hasta conocer su visión de la historia. He aprendido que la mitad de las veces que hay un problema, suele surgir de un malentendido, donde en vez de ponernos en los pies de los otros, hemos juzgado y sentenciado desde nuestro punto de vista.
He perdido tantas personas, que cuando veo gente que mantiene el mismo grupo de amigos durante años me pregunto qué he hecho mal, me culpo por ello y me duele la pérdida. Pero ya está, no soy una víctima ni un verdugo, ni soy perfecta, pero seguiré creyendo que si una persona quiere estar en tu vida, lo está con los pros y los contras, estén de acuerdo con tus decisiones o no.
Han sido 5 años agotadores, llenos de pruebas, de momentos en los que parecían que las cosas avanzaban y después todo ha vuelto al punto de partida. Gente de fuera intentando meter baza, un juicio de año y pico, un accidente de tráfico, 2 años de papeleo, pensar que tendría que volver a España cada 6 meses y que el mundo se pusiese patas arriba...tantas pruebas por pasar, y durante las cuales el compañero de viaje que he elegido y yo hemos crecido juntos, aprendido el uno del otro, y entendido dónde estaba la mitad del camino que ambos debíamos de caminar. Ha sido tan horrible, he llorado tanto, que ahora mismo siento que estoy en las nubes, ¡no podría ser más feliz!. Hay días en los que me despierto y pienso que tengo miedo, que nadie se merece ser tan feliz, y que algo muy malo debe estar esperando a la vuelta de la esquina para que tantas cosas buenas nos estén pasando de repente.
Después de tantas vueltas, ahorrar, pelearnos con presupuestos, por fin podíamos ir a España y celebrar, y lo hicimos, y mi familia se portó genial, mucho mejor de lo que habría podido esperar nunca. Era todo perfecto.
Me quedo con las personas que realmente entendieron que después de toda la lucha, y todos los errores, sólo somos dos seres humanos que queremos estar juntos. Me quedo con el apoyo de mi pareja y mi hermana, que sólo han querido que arreglase las cosas con mis chicas antes de irme de España. Porque sólo ellas importan, estén de acuerdo conmigo o no, siempre esperaré que entiendan que las quiero por encima de todo.
Y la vida tiene demasiado dolor como para abrir la puerta a más personas que causan más malentendidos e intentar dañar porque sí. Esas personas que se meten en medio de una amistad y manejan a su antojo las opiniones del resto tendrán un karma comparable a las acciones que llevan a cabo.
Sólo espero, que el tiempo ponga las cosas en su sitio, y espero no haber perdido a dos de las personas que quiero más en este mundo. Y yo y mis sentimientos son los mismos, haya cambiado partes de mi vida, o incluso cómo pienso o me siento respecto a ciertas cosas. Yo cuando quiero, quiero para siempre. Y eso no cambia.